¿Acaso esta primavera está maldita
Y sus resquicios expeditos al horror,
Motivan un temblor en nuestras vidas?
¿Es este mes un lugar de negaciones,
Y en su perfil de florecimiento brumoso,
Hay zonas de reflejos en la memoria,
De la fe tenaz en seres humanos libres
Y su honda pasión para mudar el orbe,
En un lugar de memoria y de justicia?
Ahora, es necesario expulsar la muerte
Entre todos los nombres que regresan,
Con todos los sueños, todas las manos,
Con todos los ojos, todos los recuerdos.
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Julio Campos Avila
PROCEDENCIA
Dicen que el terror sobreviene de algo determinado,
Tiene inicio, brote, cuna, origen, nacimiento, fuente.
Llega en restos diarios, como afán de flor deshecha.
No nace por una génesis ritual, mágica, o por signos.
Regresa de la muerte cual filo de mineral que detona.
Cada acto terrible tiene un lenguaje no reconocible.
Está ajustado por sangre frecuente y desconocida
Y cada muerte deteriora y disminuye sin conjetura
Y cada memoria alza en silencio la vida que perece
Con el mismo nombre terminal desesperado y hondo.
Se trata de una alianza letal, ávida y omnipotente,
Que cubre ciudades diferentes y cada día del año,
Que demanda reemplazar las deficiencias propias,
Que distribuye esa muerte sin mediar una bandera,
Que se orienta por las superficiales participaciones,
Que descarga sueños comunes en todos los sueños,
Y cada zona, país, ser humano, humillado y cautivo,
Se consagra así a la muerte para conservar la vida.
Tiene inicio, brote, cuna, origen, nacimiento, fuente.
Llega en restos diarios, como afán de flor deshecha.
No nace por una génesis ritual, mágica, o por signos.
Regresa de la muerte cual filo de mineral que detona.
Cada acto terrible tiene un lenguaje no reconocible.
Está ajustado por sangre frecuente y desconocida
Y cada muerte deteriora y disminuye sin conjetura
Y cada memoria alza en silencio la vida que perece
Con el mismo nombre terminal desesperado y hondo.
Se trata de una alianza letal, ávida y omnipotente,
Que cubre ciudades diferentes y cada día del año,
Que demanda reemplazar las deficiencias propias,
Que distribuye esa muerte sin mediar una bandera,
Que se orienta por las superficiales participaciones,
Que descarga sueños comunes en todos los sueños,
Y cada zona, país, ser humano, humillado y cautivo,
Se consagra así a la muerte para conservar la vida.
Julio Campos Avila
INVIERNO
La crueldad del invierno se desploma sin bondad,
Con ese doble lenguaje de centelleos y sombras.
Si me hallara en un cuarto de apacible chimenea
Y lo viera emerger detrás de anchos ventanales
Como algo inaccesible, inconcluso y flagelante,
No tendría la angustia que conmueve mi alma,
Cuando se captan y nos señala los desalientos,
El amasijo de sueños retorcidos como alambres.
En tanto, algunos barren los pedazos de la noche
Que queda en las ventanas como aves extrañas
Y nace por las calles sumergidas de las viviendas,
Un estrépito impetuoso que nadie escucha nunca,
Que al parecer a nadie hiere y, tal vez, nunca irrita.
Y aunque todos esperen la señal, sin respuesta,
No existen palabras que apaguen las aflicciones,
No se hallan maneras de resistir en este lodazal,
Mientras la esencial lluvia de los pobres ataca
Con sus aparentes puñales habituales y mágicos,
Sin ejecutar aprisa, sin devastar inexorablemente,
Sino de modo suave, deletéreo, aún contaminado,
Inalterable, dura e irremediablemente inabordable.
Con ese doble lenguaje de centelleos y sombras.
Si me hallara en un cuarto de apacible chimenea
Y lo viera emerger detrás de anchos ventanales
Como algo inaccesible, inconcluso y flagelante,
No tendría la angustia que conmueve mi alma,
Cuando se captan y nos señala los desalientos,
El amasijo de sueños retorcidos como alambres.
En tanto, algunos barren los pedazos de la noche
Que queda en las ventanas como aves extrañas
Y nace por las calles sumergidas de las viviendas,
Un estrépito impetuoso que nadie escucha nunca,
Que al parecer a nadie hiere y, tal vez, nunca irrita.
Y aunque todos esperen la señal, sin respuesta,
No existen palabras que apaguen las aflicciones,
No se hallan maneras de resistir en este lodazal,
Mientras la esencial lluvia de los pobres ataca
Con sus aparentes puñales habituales y mágicos,
Sin ejecutar aprisa, sin devastar inexorablemente,
Sino de modo suave, deletéreo, aún contaminado,
Inalterable, dura e irremediablemente inabordable.
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