Dicen que el terror sobreviene de algo determinado,
Tiene inicio, brote, cuna, origen, nacimiento, fuente.
Llega en restos diarios, como afán de flor deshecha.
No nace por una génesis ritual, mágica, o por signos.
Regresa de la muerte cual filo de mineral que detona.
Cada acto terrible tiene un lenguaje no reconocible.
Está ajustado por sangre frecuente y desconocida
Y cada muerte deteriora y disminuye sin conjetura
Y cada memoria alza en silencio la vida que perece
Con el mismo nombre terminal desesperado y hondo.
Se trata de una alianza letal, ávida y omnipotente,
Que cubre ciudades diferentes y cada día del año,
Que demanda reemplazar las deficiencias propias,
Que distribuye esa muerte sin mediar una bandera,
Que se orienta por las superficiales participaciones,
Que descarga sueños comunes en todos los sueños,
Y cada zona, país, ser humano, humillado y cautivo,
Se consagra así a la muerte para conservar la vida.
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