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Marian Miau

EL SOL PALIDO SE REFLEJA SOBRE UN CHARCO

El ojo de Dios parpadea y la muerte, su pequeño burócrata
Con un dedo regordete señala
Los árboles
Las casas
Los adolescentes que hace poco se entregaron al amor

Detrás de mi hombro
Presiento su mirada
(Aquí estoy
De nuevo entre tus calles)
Tengo el atuendo gris
Y bajo un cielo gris
Intento esconderme del ojo divino

Marian Miau

1

Hay personas que no se complican;
tienen sus destellos, sus luces,
sus abrazos, sus recuerdos, sus tazas de café.
Y tienen al amigo memorioso,
a la novia pintada con agua
a la familia enmarcada en un cuadro.
No se desesperan y lloran por el cuarto de noche perdido.
No se desgarran, pero caen de rodillas mientras duermen.
Se alzan, gritan, vuelan.
Los enemigos los raspan y sus batallas son épicas.
Se ven de azul o de verde.
Ensayan en los días cortados palabras de memoria
y vagan por la ciudad no deseando.
Saben como manejar su líbido
saben como emborracharse el alma sin miedos.
Llevan el cuello en la corbata
o la playera sucia legendaria.
Abren sus ojos de abanico ante el mundo
y son y quieren ser y buscan verdades.
Reptan por las paredes de un mundo gris
donde no existe la fuente castalia.
Se llevan los ojos a las manos,
amasando la penumbra de la noche verde.
Pero están ahi llenos de esperanza,
bebiendo leche, tomando fotos,
corriendo en el parque, inundando su corazón de hierba.
Y en la noche se quedan en silencio quietos,
en silencio duermen, en silencio rien, en silencio escapan
o miran el techo.

Marian Miau

ERES

Eres el miedo de la noche constante
que se tiende en la cama con mirada triste.
Deshojas ausencias y desdoblas soledades
y eres tan terrible como tus manos,
y en la noche los besos de tu boca no son besos,
son gritos de alas o abriles inconstantes.

Eres árbol de hojas amargas que crece
en el origen de mis propias lágrimas.

Marian Miau

LA PIEL DE LARRA

Si alguien en la noche te pregunta
-con lunas en el rostro vueltas llamas-
si conoces, si has leído en algún libro
el poema de la piel de Larra;
dí que sí, que lo conoces.
Di que te suena de algún lado.
Que está escrito por una mano fría,
y que te asusta pensar que está perdido.
Que te asusta saber que es tuyo y de que trata,
que te asusta saber porqué lo escribo.

Entonces piensa que en este poema
hay palomas disecadas y una muerte entre tus brazos.
Que dejaré mi boca de corteza descansar en tu llanto,
que las estelas oscuras de tus besos no cortan
y que mañana un hilo de seda tejerá mis piernas.

Entonces piensa que no es cierta la herida,
que la noche no engaña, que en la lluvia no grito.
Que no es cierto que al mirarme en el espejo
se me vista la tristeza con la piel de Larra.