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Badr Shakir Al Sayyab

EL RÍO Y LA MUERTE

1

Buwayb... Buwayb...

Campanas de una torre que se pierde en el fondo del mar.
El agua en las jarras, el ocaso en los árboles,
vierten las jarras campanas de lluvia,
su cristal se funde en un gemido

"Buwayb...Buwayb"

Se oscurece en mi sangre la nostalgia
por ti, ¡oh, Buwayb!
¡Oh, mi río triste como la lluvia!
Desearía correr en las tinieblas,
apretar mis puños que llevan los deseos de un año
en cada dedo como si yo llevara ofrendas
hacia ti de trigo y flor.
Desearía dominar las cimas de las colinas
para ver la luna
cómo penetra entre tus orillas, esparce sombras
y llena los cestos
de agua, peces y flores.
Quisiera adentrarme en ti, perseguir la luna,
oír a los guijarros tintinear a tu paso en la quietud
con el piar de miles de pájaros sobre los árboles.
¿Bosque de lágrimas eres tú o río?
Los peces velan, ¿duermen al alba?
Y estas estrellas, ¿siguen esperando
alimentar con seda a miles de agujas?

Y tú Buwayb...

Quisiera ahogarme en ti, recoger madreperlas
para levantar con ellas una casa
que iluminase junto al verdor de las aguas y los árboles
la luz que derraman las estrellas y la luna,
mientras inmerso en ti voy al alba con la baja mar hacia el mar.
Pues la muerte es un mundo misterioso que seduce a los pequeños,
y su puerta oculta está en ti, Buwayb.

2

¡Buwayb... Buwayb!

Veinte años pasaron, como siglos cada año.
Hoy, cuando envuelven las tinieblas
y reposo en el lecho sin dormir
y agudizo los sentidos: árbol al alba
lleno de ramas, pájaros y frutos alertas,
siento que la sangre y las lágrimas como la lluvia
las derrama el mundo triste:
campanas de muertos en mis venas estremecen al llanto,
se densa en mi sangre la nostalgia
por una bala cuyo hielo repentino atraviesa
las entrañas de mi pecho como si el infierno quemara mis huesos.
Quisiera correr a ayudar a los combatientes,
apretar mis puños, abofetear al destino.
Quisiera ahogarme en mi sangre hasta el abismo
para llevar la carga del mundo junto a la humanidad
y resucitar la vida. ¡Mi muerte es victoria!

Badr Shakir Al Sayyab

OSCURECER

Cuando aparta la luz
que arroja la hoguera
de tu cara la tiniebla
y murmura la oscuridad
sus sombríos gemidos
sobre tu cara,
susurran tus ojos
toda la tristeza de los tiempos,
todas sus fiestas,
las alegrías de sus nacimientos,
las algarabías de las ofrendas,
¡sus flores y sus vinos!

Luz y tiniebla:
leyenda grabada sobre las rocas.
Cuántas veces se protegió con el fuego
de un fiero león
y cuántas veces espantó a los tigres
el hombre de aquellas épocas
¡con la luz y el fuego!
¡Apaga nuestra lámpara! ¡Apágala!

Apaguemos el horno
y ocultemos allí el pan
para que no hagan regresar las rocas
una leyenda de fuego que sigue girando
hasta convertirse su principio
en nuestro final. La noche de las tumbas
es su principio.

Quedémonos en la oscuridad
para que no nos vean los tigres
que rondan en las sombras
esperando expulsar a los vivos
de un bosque en el cielo
con las rocas y el fuego
y ¡mancillar las tumbas!