CABARET
Finales de septiembre de 1211
(Fragmento)
Aquella noche, Amaury tuvo un extraño sueño. Se encontraba en una sala que se parecía mucho a un scriptorium, donde los monjes solían inclinarse sobre los manuscritos para leer o copiarlos. Esta estancia tenía ventanas a ambos lados, por las cuales entraba una luz brillante. A la cabeza de la sala había una mesa y sobre ella un libro grueso. Junto al libro había un candelabro con una sola vela encendida.
Sin que nadie se lo hubiera dicho, Amary supo que se acercaba el fin del mundo. El sol se apagaría, más su luz seguiría brillando mientas permaneciera encendida la vela junto al libro. Mientras pensaba en ello, empezó a notar cómo se disminuía la fuerza de la luz que entraba por las ventanas. En esa estancia, que por lo visto era el último refugio de la humanidad, se habían congregado algunos para escapar de su destino. Ancianos y ancianas, madres con sus hijos, y personas de todas las edades y clases se agolpaban en la sala. Sin embargo, reinaba un solemne silencio que presagiaba un terrible desastre. Todos sabían que había una probabilidad de salvarse, más les quedaba poco tiempo, tal vez demasiado poco.
Había que leer por completo el libro antes de que se consumiera la vela. Por esta razón, alguien estaba sentado en la mesa, leyendo el libro en voz alta. narraba el volumen la historia de un hombre que erraba por el mundo, y quien se asomara a la ventana podía verlo caminar, en uno u otro país lejano. Aquél hombre era el único que podía salvarlos. Si era capaz de llegar a tiempo hasta la sala, algo que solo sucedería en la última página del libro, volvería la luz y seguiría brillando eternamente. Si no lo lograba, el mundo quedaría envuelto en tinieblas, un frío gélido caería sobre la tierra y helaría todos los mares y ríos, y en ella no podría sobrevivir ningún hombre.
La tensión era insoportable. Le quedaban aún muchas páginas por leer y la vela se hacía cada vez más pequeña, mientras la cera goteaba continuamente sobre la mesa. Aunque ya no estaba permitido, Amaury miraba de reojo una de las ventanas. Abajo en la profundidad, se extendía el campo bajo la creciente oscuridad y en la lejanía entre penumbras vió a este hombre que caminaba apresurado como si también el intentara llegar a tiempo. La lectura avanzaba a un ritmo desesperadamente lento, la cera goteaba, quedaba aún una página. Fuera, la oscuridad era casi completa. El demonio envolvía el mundo con un enorme manto negro y su apestoso aliento llenaba la estancia. La vela apenas tenía oxígeno y a la luz de la llama parpadeante pasó la última página. Abajo, en la profundidad, alguien llamó a la puerta. Amaury sintió como si intentaran estrangularlo. La luz de la vela brillo por un instante y empezó a apagarse hasta que en la oscuridad sólo pudo verse la mecha incandescente. En aquel preciso momento se abrió la puerta. Entró el hombre y con él la luz del sol que penetró con toda su gloria por las ventanas.
2 comentarios:
Esta bueno este fragmento del Señor de los catarros, y mucho mejor la nueva plantilla de este blog, bella la imagen de verdad.
Amaury de Poissy tiene mucho que contarnos de la cruzada que promovió la iglesia católica a principios del siglo XI contra la Iglesia de Dios, afincada en el sur de Francia.
Este libro es parte de la colección "Misterios y enigmas de la historia", aunque este nombre resulta un poco sospechoso hay dos o tres títulos que valen la pena.
Puedes encontrar "El señor de los Cátaros" en el puesto de libros usados que esta en el paradero norte de Taxqueña, hasta la semana pasada tenían un montón de 6 o 7 títulos de la serie.
Saludos.
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