Un día cualquiera,
viernes lunes o domingo,
la muerte crujirá en mi mesa
rotas de frío veré caer mis flores de naranjo.
Acechará mis pupilas
almorzará luz de ojos
me apretará el corazón
quién sabe si un martes o sábado
lunes no creo
en fin, no importa el día:
nada ya podrá llevarse
ni siquiera
la vehemencia de mi aliento
porque habré besado tanto
sobre todo los jueves
que tendré llagas en los labios
y serán tumultuosos mis suspiros
el ardor de mi silueta
la nieve derretida entre mis piernas.
Pondré trampas
a las telarañas del sepulcro.
Nada se llevará la oscura
viscosa muerte.
El pergamino de mi piel
ése sí podrá cargar
pero ninguna letra tendré escrita entonces.
Todo fue cantado
como trino doliente
o salmo esplendoroso.
No me encontrará versos pendientes.
Estaré lista:
habré ganado la partida
un día cualquiera.
1 comentario:
La lectura de este poeme transporta, me estremese y me hace pensar en alguien y en algo muy intimo...JAR
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