Ciertamente algunas cosas existen
ya que existo: mis hijos;
la sombra acostumbrada,
ceremoniosa, que a diario me acompaña;
los escritos empeñados en amortajar el olvido;
la certeza de tu sonrisa;
el calor gustoso del café que ahora bebo.
Ciertamente, el tiempo también
me adeuda gratitudes,
razones de ser y testimonios
como este poema
que me dice que estoy vivo,
aún vivo,
sujeto a los imperativos de la memoria
que labra en lo que escribo
y me dicta
a esta hora solitaria
un recuento de causas y presencias.
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