Prefiero cerrar los ojos a la noche,
no distinguir el amanecer cuando se arroja
violento y frío sobre mi rostro.
Prefiero cerrar los ojos para hallarte,
en el vuelo de las aves
sobre la calle,
donde una tarde refugiamos
este y otros recuerdos.
Pero volviendo al frío,
prefiero pensar que estás en un sitio, quizá
detrás de mis pupilas
entonces sueño,
que regresamos a aquella calle
porque no quiero tener los ojos abiertos.
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