“¿Y por qué no me escribes un poema de amor?”
“Todos los temas, todos los asuntos,
la guerra, la política, el feroz
huir del tiempo, la muerte y el deseo…
pero nunca el amor, porque el amor
apenas necesita de palabras
y si las usa suelen sonar cursis,
empalagosas cuando no ridículas.
¿Cómo hablar de un amor sin que se manche?”
Y no muy convencida, me parece,
vuelve a la sopa y vuelve a su silencio
como yo vuelvo al mío y a sorber
el marino sabor de la langosta.
Pero no quiero ser ningún ingrato,
y ahora al mediodía le coloco
debajo de su plato este poema.
Hoy hay lentejas.
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