Se me va el día
escribiendo poemas en tarjetas de visita,
contando mentiras disfrazadas de versos,
imaginando una hemorragia de sangre azul en una vena rota
de cualquier princesita perdida por el planeta.
Se me va la noche
en la calzada opaca de una callejuela inexistente
atisbando el umbral de mi penumbra,
buscando la última ráfaga de luz
en la última estrella de poniente.
Se me va la vida
rindiendo pleitesía a mis pensamientos,
pisando rastrojos secos de tiempos pretéritos,
tirando una botella con este poema a un mar de nadie
donde la luz del día no hace migas con la noche.
Se me va la noche, se me va el día
en el poema que es la vida.
Se me rompe el cielo
en la incertidumbre del último sueño
donde me duermo como si nunca me sucediese nada.
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