Vive en el piso que ahorró para su hija.
Para cuando se case y no pase apuros.
Que cuando se empieza cualquier ayuda viene bien.
Y más no tener casa.
En los tiempos que corren.
Cría ahora, con su marido, a sus dos nietas.
Que si, mama, que me voy, que tengo que hacer mi vida.
Que contigo y con él estarán mejor.
Que yo en esta vida nueva ya no puedo llevar más carga.
Que yo no puedo estar pendiente de ellas.
Que su yerno vive con ellos, en la habitación de coser.
Tengo el turno de noche.
De ella hablo con su madre que me dice cuando llamó.
Que pregunta por las niñas y no me dice qué vida hace.
Y tiene ojos de esas abuelas de corazón joven.
¿Qué habré hecho mal?
Y la pequeña que pregunta y se me hace un nudo en la barriga.
La grande no dice nada y yo le vigilo las compañías.
Que con su madre fueron las compañías, seguro.
La pequeña aquí al lado y la grande este año, arriba, al instituto.
Y sigue cosiendo como siempre, ahora en el salón, para vivir y ahorrar.
Y son tan guapas las dos.
Míralas en la foto de la escuela con los ojos grandes y alegres
Y el rencor, sin querer, alguna vez me viene.
Pero no puedo dejarme llevar por las ganas.
Sólo por las niñas y el marido que es un alma de dios.
Y así, los días: las niñas, los dos hombres en casa, cociendo y aguardando
no sé qué.
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